1 kg lechón ibérico
Aceite de oliva virgen
Sal
Elaboración:
Para que esta receta se convierta en la estrella indiscutible de la mesa y un plato verdaderamente exquisito para el paladar, os recomiendo elegir un lechón ibérico como protagonista principal. Yo lo he comprado en Villanueva de Córdoba (Córdoba - España), uno de los pueblos pertenecientes al denominado Valle de los Pedroches, un pueblo caracterizado no sólo por las impolutas fachadas blancas de sus casas, sino también por el buen comer, con el cerdo ibérico como ilustre estrella de la mayoría de sus platos.
Puedes comprar la carne de lechón en pequeños tacos o en chuletillas de mayor o menor grosor. Yo, particularmente, prefiero las chuletillas más bien finas para que así queden más crujientes.
En una sartén amplia vamos a calentar abundante aceite de oliva. Mientras tanto, sazonamos la carne de lechón que hayáis elegido, únicamente con sal. Cuando el aceite esté más o menos caliente, vamos prefriendo la carne en tantas pequeñas, y digo prefriendo porque no queremos que la carne quede totalmente hecha. Repetimos este paso hasta terminar con toda la carne. Reservamos.
Para terminar de cocinar el lechón (es aconsejable hacerlo justo antes de comer), volvemos a calentar el aceite que hemos utilizado antes ( y que hemos colado previamente si ha sido necesario). Cuando esté bien caliente, vamos añadiendo la carne en tandas pequeñas (para evitar que la temperatura del aceite baje) y freímos unos pocos minutos, 1 ó 2, dependiendo de lo poco hecha que la hayamos dejado la primera vez. Retiramos cuando la carne esté bien tostada y la corteza crujiente.
Podéis acompañar con una buena ensalada de lechuga, tomate, cebolla aderezada con aceite de oliva virgen extra, vinagre de vino y sal y un buen vino tinto al gusto.
Comer inmediatamente y bien caliente.
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